Era un Domingo por la tarde, cuando me llamó un
vendedor de Telecentro ofreciendo una propuesta.
–Hola señor Araya...¿puede
ser? -dijo el vendedor.
–Hola que tal, sí está
hablando con él mismo ¿Con quién tengo el placer de hablar? –pregunté.
–Usted está hablando con un
empleado de Telecentro –dijo el vendedor un poco nervioso.
–Bueno, desde ya le aviso que no estoy
interesado en ninguna oferta -dije desinteresado.
–¿Está usted seguro? -preguntó el vendedor
insistente. –Sí, muy seguro –dije con molestia.
–Entonces no podré ofrecerle
un Wi-Fi de 300 megas a bajo precio… -dijo el vendedor persuasivo
. –¿Un Wi-Fi de 300 megas?
–pregunté curioso.
–Sí señor, ¿está usted interesado ahora?
–preguntó el vendedor ansioso.
–No del todo ¿A qué precio
está? –pregunté con algo de interés.
–¡Sólo a $500 señor! –aclamó el vendedor.
–Ese si que es un buen
precio, ¿podría describirme la rapidez de los 300 megas? –pregunté esta vez con
un poco de curiosidad.
–Por supuesto, un Wi-Fi de
alta calidad, no se satura y es utilizado por empresas –dijo el vendedor con
seguridad.
–¿Entonces funciona en perfecto estado y
rapidez? –pregunté.
–Si señor, ¡funciona de maravilla! Pueden
haber 500 personas conectadas al mismo tiempo mientras miran videos graciosos
en Internet como por ejemplo un tierno gatito tocando el piano y bailando al
mismo tiempo y no se satura –aseguró el vendedor.
–Jajaja, ¿tan buen Wi-Fi? –pregunté
asombrado.
–Si, se lo aseguro. ¡Es tan fabuloso
que lo podrá usar hasta cuando duerme!
–Quisiera aceptar esta espectacular
propuesta –dije con placer.
–Perfecto señor Araya, irán a
instalarle el Wi-Fi la semana próxima y muchas gracias por aceptar la propuesta
y hasta pronto –dijo el vendedor felizmente.
–Los esperaré con ansias, adiós
–lo despedí con alegría.
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